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En el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 27), los ministros de Agricultura de las Américas, dijeron que “el aumento de la inseguridad alimentaria y la situación climática global son dos crisis conectadas que plantean una enorme amenaza al planeta y deben ser abordadas en forma conjunta y urgente”. Así, los jerarcas de América buscan posicionar fuertemente al sector agropecuario en las negociaciones climáticas.
El consenso se plasmó en un documento lanzado en el evento “Abordando la crisis climática a través de la innovación agrícola y el liderazgo en las Américas”, que se realizó en el pabellón Casa de la Agricultura Sostenible de las Américas en Sharm El Sheik, el balneario egipcio donde se realiza la COP27, y que contó con la participación de ministros, viceministros, y altos representantes de unos 20 países, entre ellos el del titular de la cartera de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay, Fernando Mattos.
En ese marco, los altos funcionarios, Rattan Lal -mayor autoridad mundial en ciencias del suelo y Enviado Especial del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) a la COP27- y el Director General del Instituto, Manuel Otero, realizaron también una advertencia sobre iniciativas y propuestas que desatienden los aportes de la agricultura a la seguridad alimentaria y al desarrollo sostenible y, en consecuencia, pueden generar además de desaprovechamiento de oportunidades un agravamiento de la crisis alimentaria y la situación de vulnerabilidad de las personas más pobres.
El ministro Mattos felicitó a IICA por la recepción que ofreció a los jerarcas y dijo “ocupamos el espacio que en la discusión climática le corresponde a la agricultura. Esto debió haber ocurrido mucho antes porque sin seguridad alimentaria no hay estabilidad política y social y porque el papel de la agricultura es central y fundamental para los países de la región”.
Agregó que desde “hace tiempo percibíamos la necesidad de estar aquí en la discusión, de donde emanan corrientes de opinión pública que son contrarias a nuestros intereses. Tenemos que preservar el derecho a la producción. Somos más que proveedores de alimentos. Tenemos un estilo de vida, tenemos que defender al productor rural. Vienen haciendo un neoproteccionismo mundial con cara de ambiente y eso lo tenemos que discutir en base a ciencia. Reivindicamos el derecho de explotar nuestros recursos naturales en forma sustentable”.
Por su parte el director General de IICA, Manuel Otero, señaló que “transformamos juntos esa gran agenda agroalimentaria del continente en una sola voz. Hicimos juntos un gran esfuerzo y logramos ese consenso. Defendemos que no puede haber sostenibilidad ambiental si no hay seguridad alimentaria. Los agricultores no pueden pagar el ajuste de las transformaciones. Debemos tener zonas rurales prósperas porque sin ellas la ecuación será imperfecta. Estamos dando como región una señal de gran madurez porque dentro de nuestra heterogeneidad tenemos una visión”.
En el documento, que había sido consensuado por ministros y altos funcionarios a partir de un encuentro organizado por el IICA en su sede central de San José de Costa Rica, del que participó el ministro Fernando Mattos y en el que se discutió el papel estratégico del sector agropecuario de la región para enfrentar el cambio climático, los países de las Américas coincidieron en que las COP presenta una oportunidad para resaltar la relevancia, los aportes y las necesidades de la agricultura de las Américas.
En esa línea, los países se comprometieron a continuar fortaleciendo la presencia de los Ministerios y Secretarías de Agricultura, Ganadería y Pesca en los ámbitos de discusión climática nacionales, hemisféricos y globales; con el apoyo del IICA y otros organismos internacionales.
En el texto del documento consensuado, también, se dio respaldo al proceso global de negociaciones climáticas que tiene un capítulo crucial en Egipto y se hizo hincapié en que debe favorecer una transición justa hacia una agricultura más adaptada, resiliente al clima, baja en emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y con mayor capacidad para secuestrar carbono.
Estos objetivos, explicaron, deben ser facilitados por mayores inversiones climáticas, niveles efectivos de financiamiento, desarrollo de capacidades y el reconocimiento de que no existen modelos únicos de producción.
Los países de las Américas conforman una región que es una de las principales productoras y exportadoras mundiales de alimentos y, al mismo tiempo, su sector agropecuario, particularmente en el Caribe y Centroamérica, pero también en el sur del continente, es altamente vulnerable al cambio climático.
En ese sentido, en el documento se señala con preocupación que la producción, medios y sistemas de vida, y recursos naturales han sido afectados, lo que ha exacerbado la pobreza y el hambre y ha incrementado inseguridad alimentaria mundial.
Prácticas sostenibles
Los ministros destacaron que la agricultura de las Américas viene fortaleciendo su sostenibilidad desde hace años, incorporando prácticas y tecnologías que tienden a un incremento sostenible de la producción de alimentos, y una reducción de su huella ambiental. “Por esta razón, afirmamos que la agricultura es parte de la solución a la crisis climática”, se lee en el documento.
Señalaron, además, que la transición en curso de los sistemas agroalimentarios hacia una mayor sustentabilidad requiere de esquemas dinámicos y efectivos de ciencia, tecnología e innovación agrícola, que fomenten la participación de la agricultura familiar y de los jóvenes y una mayor equidad de género en los sistemas agroalimentarios.
También la ciencia debe ser la base de las normas comerciales, sostuvieron, y advirtieron que las medidas adoptadas para combatir el cambio climático no deben constituir una restricción encubierta al comercio internacional.
Los ministros llamaron la atención acerca de que los costos y riesgos asociados con el impacto del cambio climático en el agro, así como las inversiones necesarias para la transformación de la agricultura, no pueden ser asumidos en forma exclusiva por productoras y productores. Se deben implementar, por esa razón, programas de financiamiento que consideren los presupuestos públicos, el financiamiento internacional para el desarrollo, los sistemas bancarios y los mercados de capitales.
En el documento, al mismo tiempo, los países de las Américas asumieron el compromiso de fortalecer el desarrollo de buenas prácticas agropecuarias y pesqueras orientadas a la mejora en la gestión del agua, la salud y recarbonización de los suelos, la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos, el fomento de la bioeconomía y la economía circular, el uso racional y preciso de fertilizantes, el fomento de los sistemas agrosilvopastoriles y otras medidas que proveen beneficios compartidos.
Fuente: MGAP