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Ismael Turban analizó la realidad productiva de Uruguay y Brasil

El exdirector de El Tejar retornó al país, donde desarrolla proyectos agrícolas y ganaderos, pero mantiene vínculos profesionales con empresas brasileñas. En entrevista con ACG relató su experiencia y proyectó el futuro de la actividad.

 

¿Cuánto tiempo hace que retornó a Uruguay?

Llegó casi junto con la pandemia, a inicios de 2020. 

¿Cuánto tiempo estuvo en Brasil?

Estuve siete años. 

¿A qué se está dedicando en Uruguay?

Tengo un proyecto ganadero, con ganado a capitalizar y un corral arrendado en Dolores, Soriano. Además tengo una sociedad agrícola. Y hago asesoramientos particulares y una consultoría comercial en Brasil, como consejero de una empresa. 

¿Cuáles fueron las principales diferencias que encontró en Uruguay desde que se fue hasta que volvió?

El agro uruguayo cambió bastante, con una reestructuración del sector productivo agrícola-ganadero sobre todo. Creció la ganadería a costa de la agricultura, por la caída de precios de 2013 a 2015. Y la ganadería creció tecnológicamente por ese espacio que dejó la agricultura. En las zonas no tradicionales de la agricultura, esta actividad se retrajo y quedó mucha agricultura forrajera, mucha pastura, y eso incentivó mucho a acortar los ciclos productivos y aumentar los niveles de producción por hectárea en las distintas regiones. 

Lo que era ganadero sigue siendo ganadero, lo que era agrícola sigue siendo agrícola, y los sistemas agrícola-ganaderos se volvieron más ganaderos. 

Es notorio que la actividad agrícola se concentró en los mejores suelos, con más rotación con pasturas, y ha servido de apalancamiento para la ganadería el desarrollo del año 2000 al 2014/15.

Y después la reestructuración del área agrícola, muchos productores se recompusieron, contratistas se convirtieron en productores y muchos propietarios de campos empezaron a producir en esas tierras que hasta ese momento estaban arrendadas. Por lo tanto, también hubo una recomposición de las empresas.

¿Y a la ganadería de Uruguay cómo la observa?

Hubo una inversión importante, un cambio tecnológico importante, desde las pasturas naturales, con un mejor aprovechamiento, con tecnologías regenerativas. En las zonas agrícolas hay mayor rotación de pasturas, y un incremento de confinamientos para darle mayor velocidad a esos ciclos. 

La ganadería ha tenido una transformación y eso se ve en los niveles de pariciones y de faena en el país, que se han venido incrementando. 

La ganadería ahora está en un momento coyuntural, que será un poco difícil, pero será pasajero. Tal vez luego no tengamos los mismos niveles de precios del primer semestre de este año, pero serán niveles de precios muy buenos, que van a ayudar a seguir desarrollando esa ganadería pujante.

 

“La ganadería creció tecnológicamente por ese espacio que dejó la agricultura”

 

 ¿Qué lectura hace de este momento del mercado ganadero?

Creo que se juntaron varias cosas. Europa bajó su demanda, China con las políticas de Covid Cero también bajó su demanda. Brasil está mejor competitivamente, con una tasa de cambio que le permite vender mejor, y tiene muy buenos niveles productivos. Todo esto desde el punto de vista externo.

Y a nivel interno se sumó una situación coyuntural. En el momento que debería de haber más oferta de ganado faltó la primavera, y eso obligó a que la gente baje carga y que la industria aproveche el momento del mercado. 

Creo que ahora se va a reestablecer todo esto. China no tendrá los mismos niveles de compra de algunos meses atrás, pero habrá un mercado firme. Lo importante es que habrá buenas relaciones de precios para los criadores y para los invernadores también. 

Los números productivos de Brasil son impresionantes, ¿cómo es vivirlo desde adentro?

Brasil es un monstruo que cada vez produce más, también va profesionalizando cada vez más su ganadería. La zona donde más me tocó estar fue la de Mato Grosso, donde había muy poca inversión, sobre todo en la cría. Eso fue algo que cambió mucho.

Se desarrolló lo que ellos llaman la safrinha de maíz, que es un maíz de segunda. Se produjo un mundo de maíz, que para enviar al puerto tiene un costo de US$ 60 o US$ 70 de flete, y se optó por construir corrales de engorde, tanto en San Pablo como en Mato Grosso. También hay mucha hotelería de engorde, para aprovechar ese maíz. 

Las plantas de etanol también utilizan ese maíz. En las plantas de etanol, en la producción de algodón y de caña de azúcar, se generan subproductos que son utilizados por la ganadería. 

Pero Brasil todavía tiene una capacidad muy grande de crecimiento. Va mejorando la calidad. La gente se enfocó mucho en mejorar la calidad de la carne brasileña. Para Uruguay es un competidor muy grande.

 

“La ganadería ahora está en un momento coyuntural, que será un poco difícil, pero será pasajero”

 

¿Qué tiene que hacer Uruguay para competir? 

Debemos buscar posicionarnos a través de la diferenciación. Creo que Uruguay está haciendo las cosas bien. Uruguay tiene una marca muy fuerte, hay que seguirla potenciando, con carne natural, de razas británicas, en la medida que mejora la edad de faena también ir mejorando la calidad de la carne. Hay que apostar a mejorar calidad de marmoreo, entre otras, para ser más competitivos.    

Dentro de un commoditie hay que ser lo más specialty posible. Ese es el camino para Uruguay. Si nos ponemos a competir con Brasil, hoy tenemos condiciones productivas y de costos más desfavorables, porque ellos pueden producir y exportar a menores costos. 

Habrá que seguir abriendo mercados, potenciando la marca de Uruguay para diferenciar el producto. Poco a poco esto se va logrando. Uno va a Europa, y en Brasil mismo, se ve que la carne uruguaya es diferenciada. Se ha construido una marca. Ha sido importante el trabajo que ha hecho INAC y todos los integrantes del sector.  

¿Cómo analiza las exigencias ambientales hacia la ganadería? ¿Lo ve como una oportunidad?

Sí. En esto no solo hay que ser sino también parecer. Hay que medir, demostrar lo que se hace y mejorar lo que estamos haciendo. Por eso creo que es muy bueno todo el trabajo sobre campo natural, con pastoreos regenerativos. Eso puede demostrar la captura de carbono. 

Ser un país con gran base de pasturas ya es un diferencial importante. Ser un país con una producción que de cierta forma es extensiva, sobre todo si la comparamos con otros como Estados Unidos, que se basa en la producción a corral; o Brasil, donde hay toda una discusión ambiental. 

Esto le puede generar un diferencial a Uruguay. Además es un tema que no tiene marcha atrás, que va a darle más valor, no solo para el producto a vender, que además será lo que busque el consumidor, sino también habrá mucha presión de ciertos sectores financieros para apoyar a aquellos proyectos que puedan demostrar que son ambientalmente correctos desde todo punto de vista.       

La parte ambiental, nos guste o no, es algo que se viene, y tenemos que darle cada vez más importancia, y no quedarnos solamente en lo que tenemos. Además, toda la parte social y de gobernanza de las empresas también es importante. 

Son cosas que vienen muy rápido, algunas las vamos viendo y otras van a ir llegando y nos van a ir presionando para tomar decisiones. 

 

“Uruguay tiene una marca muy fuerte, hay que seguirla potenciando”

 

¿La condena internacional a Brasil sobre su manejo ambiental es justa o exagerada? 

En mi visión es un poco exagerada. El tema fue mal manejado en los últimos años. El equipo de gobierno de Bolsonaro fue muy bueno, Tereza Cristina fue una excelente ministra de Ganadería, hizo un muy buen trabajo abriendo mercados y demás; el ministro de Economía (Paulo Guedes) también era muy bueno. Pero el discurso y cómo se mostraba el presidente no ayudó en nada. 

De todos modos hay que reconocer que hubo un crecimiento de la agricultura hacia una zona de bioma amazónico, que no es tan fuerte como se busca mostrar internacionalmente. Hay una exageración, para poner barreras paraarancelarias, y eso nos frena un poco a toda la región. 

Los productores brasileños están trabajando fuerte para cambiar esa imagen. Tienen un sistema de registro de tierras que es modelo, donde dependiendo del bioma tienen que tener áreas de reservas obligatorias. Esas áreas van desde el 10% en el sur, hasta 70% en la zona amazónica. En Mato Grosso esas reservas iban del 35% al 50% y son zonas de reserva permanente, intocables. Eso para ellos también tiene un costo. 

Por supuesto que hay gente que escapa a la legalidad. El Ibama (Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables) fue muy fuerte en controles y sanciones durante los últimos gobiernos del PT (Partido de los Trabajadores). Con Bolsonaro había la sensación de un poco de afloje, por más que el Ibama actuaba. 

Ahora Lula estuvo en la COP27, en Egipto, e incluso propuso hacer la próxima reunión en el Amazonas. Hoy lamentablemente no tienen muy buena relación el PT y el agronegocio, y van a tener que reestructurarla. 

 

“Ser un país con gran base de pasturas ya es un diferencial importante”

 

¿Cómo se imagina el futuro de la producción en Uruguay?

Me lo imagino cada vez más pujante, más tecnificado; creo que no hay marcha atrás. Hay temas como la gobernanza social y ambiental, a los que hay que darles cada vez más importancia, porque está impuesto. 

Pero veo al sector agrícola firme y tecnificándose. Al sector ganadero también lo veo muy pujante y creo que seguirá aumentando el número de terneros, y bajando la edad de faena, de la mano del corral. Y por supuesto también hay desafíos como estas coyunturas de mercado. 

En el medio van a haber altibajos, pero son ciclos. A mediano y largo plazo veo que el sector estará cada vez más firme y mejor.

“La rotación agrícola con pasturas se mantendrá, así como los granos en los sistemas ganaderos”

Entrevista con el contador Javier Aznárez, productor agrícola-ganadero en Río Negro.

 

¿Cómo observó el negocio agrícola-ganadero en el último año?

Fue muy bueno. Si bien el clima tuvo su incidencia, para los esquemas productivos del litoral, donde la suplementación, el corral de recría o de terminación están incorporados al sistema, fue un año muy bueno. 

Los precios de los granos fueron muy altos, eso hizo que el costo de la dieta fuera más elevado que el de otros años, pero a su vez la reposición y sobre todo el precio del ganado gordo, hizo que todos los eslabones de la cadena tuvieran una rentabilidad razonable. 

Si bien en años anteriores los precios de los granos eran bajos, la relación flaco-gordo estaba más inclinada en favor del criador y hacía que los márgenes de los corrales fueran muy variables, dependiendo de los momentos de venta y de reposición. Eso hacía que las ganancias en el corral de terminación fueran variables, con rentabilidad moderadas a bajas. 

Este año también hubo un cambio en la diversificación de cultivos de la agricultura. La colza pasó a jugar un rol muy importante, y hubo menos disponibilidad de puentes verdes. 

El doble cultivo pasó a tener una presencia más importante en los sistemas, y eso hizo que no haya mucho lugar para la recría de los terneros. 

El índice flaco-gordo fue más favorable para el invernador, pero es una relación sana para que todos los eslabones de la cadena tengan márgenes razonables.

¿Es notoria la menor presencia de puentes verdes en el litoral?

Sí, por los precios de los granos, sobre todo de la cebada y de la colza, porque el trigo no ha crecido tanto. En el litoral-norte el trigo es un cultivo un poco más riesgoso, por la calidad, y no se siembra tanto como en el sur. 

Además hay una tendencia a la siembra de maíz de segunda, que hace que al año siguiente no haya una cobertura verde. Cuando uno hace cebada-maíz de segunda, ese maíz se cosecha en julio o agosto, y ahí ya no hay cobertura y se pasa a una soja de primera. Todo eso hace que las rotaciones no tengan puentes verdes. 

De todos modos, no veo una tendencia a aumentar mucho el área agrícola. Creo que los sistemas siguen manteniendo su rotación con pasturas, con gramíneas, con mayor presencia del maíz, pero es una realidad que han disminuido los puentes verdes.

¿Esto volvió a reducir la presencia de la ganadería en el litoral?

No veo una reducción de la ganadería en los sistemas. Veo una mayor productividad en pasturas. Se ven pasturas permanentes de mejor calidad, con mayor producción de materia seca; y una presencia importante de los corrales. Esto compensa la presencia de puentes verdes para pastoreo. 

Así como no veo un aumento importante del área agrícola, tampoco veo una disminución de la presencia de ganado en la zona agrícola.

¿El 2021 fue el mejor año para el corral?

Hay que ver todas las variables, el precio de la reposición, qué tipo de corral es, si se compraron terneros el año anterior. Pero en general el precio de venta fue muy bueno; en promedio fue un año excepcional para el corral, sin dudas.

¿Cómo vivió el déficit hídrico y las lluvias de los últimos días?

En nuestra zona (Young) la sequía se instaló más sobre diciembre. Fue diferente a lo que ocurrió en el verano del año pasado. En 2020 las represas casi no se pudieron completar, no hubo lluvias de más de 50 milímetros en todo el año y no hubo escurrimiento. Eso hizo que llegaramos a la primavera y verano con el perfil del suelo con muy poca humedad. 

Este año hubo lluvias importantes en julio, agosto y setiembre, se entró mejor a la primavera y, salvo en diciembre y en los primeros días de enero, fue mejor. Las praderas tuvieron un buen inicio de primavera, con muy buena producción, y eso hizo que se llegara a diciembre con mayor volumen. 

Se perdió mucha calidad, la sequía golpeó, se retrasaron las siembras, sobre todo de los maíces de segunda, que no se pudieron sembrar hasta el 12 de enero. Pero la situación no llegó a ser igual a la del año pasado.

¿Cómo ve el escenario para 2022?

El escenario es muy bueno para todo el sector. Es uno de esos años buenos para que el clima acompañe, para poder capitalizar los precios. 

El año pasado no se pudo capitalizar el precio de la soja. Si bien los cultivos de invierno fueron muy buenos en el ejercicio pasado, los cultivos de verano no acompañaron y se comieron parte de la ganancia del invierno.

Este volvió a ser un muy buen año para los cultivos de invierno, para la colza, la cebada y esperamos que el clima acompañe en verano, porque sabemos que el partido para la soja sigue, los cultivos están implantados, con buenas poblaciones, pero esto se define en la segunda quincena de febrero y marzo. 

Si se da un año normal vamos a poder capitalizar estos precios, habiendo tenido una suba importante de los costos. Si la producción es normal el balance será mejor que el del año pasado. 

Para el sector ganadero los precios están muy firmes. Uno no tendría que hacer las cuentas con el novillo a US$ 4,40 o US$ 4,60, pero considerando precios de US$ 3,80 o US$ 4,00 por el novillo tendríamos que estar todos más que contentos, y con una relación flaco-gordo de 1,1 sería saludable, para mantener la rentabilidad en todos los eslabones. 

Hay que considerar que los precios de los granos para los sistemas intensivos este año estarán altos, por la pérdida de rendimiento en los maíces de primera y dificultades de implantación de los maíces de segunda. 

Se espera que los costos de los granos para las dietas sea alto y si el precio de la reposición da un salto, volveríamos a ese margen moderado que tenía el corral en los últimos años.

Si llueve bien podría haber pasto y se dice que el pasto es inflacionario…

Totalmente, eso es así. Y hay zonas del país que ya vienen con tres sequías consecutivas, los campos vienen muy golpeados y con muy poca disponibilidad de forraje. 

En una proporción importante del país la producción de pasto ocurre en primavera y verano, hay que ver qué pasa con las lluvias, pero una parte importante de esa producción ya se perdió. Entonces hay que ver qué pasa con el clima de ahora en adelante.

¿Cómo vio la evolución de la interacción entre ganadería y agricultura en los últimos años?

Es una relación virtuosa, que se estableció después del auge agrícola, que fue hasta 2010 o 2011. El sistema se fue acomodando hacia un equilibrio. 

Ya casi no existen modelos agrícolas puros y todos los sistemas tienen una pata ganadera, con mayor o menor incidencia. 

Pero para los sistemas uruguayos, por las características de los suelos, por la dependencia de las lluvias y por la muy baja capacidad de retención de agua, los sistemas tienen que ser diversificados. 

Además sabemos que la rotación con pasturas es clave para la sustentabilidad agrícola. Así que no veo en los actores una tendencia a dejar atrás la pata ganadera. 

Podrá achicarse en algún porcentaje, pero creo que la rotación con pasturas se mantendrá, así como los granos en los sistemas ganaderos. 

Este año hubo problemas de calidad en la cebada, se abrió el mercado de cebada forrajera para China, con valores atractivos, pero ese grano también se puede usar en el corral. Lo mismo puede pasar con el trigo si hay problemas de calidad.

Y el maíz, con el avance tecnológico del cultivo, así como el aumento y estabilidad de los rindes en los maíces de segunda, hace que haya una disponibilidad de alimento en los predios, donde se complementa muy bien con las pasturas.

¿El uso de los granos es tan evidente en la recría como en la terminación?

Veo que el mayor potencial de los granos está en la recría. Muchos sistemas, como es nuestro caso, se han volcado estructuralmente al corral de recría. Después, la terminación se decide de acuerdo a la coyuntura de precios y demás.

Al tener una menor proporción de área de verdeos o de coberturas, la recría es fundamental en el primer invierno. Además, sabemos que la conversión de granos en peso vivo en esa categoría es mucho más eficiente.

Así que el corral de recría jugará un rol fundamental.

¿Cómo vislumbra el futuro del sector?

Hay una variable que no es menor y es el precio de los insumos, sobre todo de la urea. Si el precio del trigo baja, también baja el de la cebada, porque es la referencia. 

La incidencia del costo del fertilizante es muy alta, sobre todo de la urea, y eso haría que el margen para cultivos como el trigo o cebada se achique mucho. 

Si a eso le sumamos que no se puede repetir colza sobre colza, no queda claro qué porcentaje de doble cultivo vamos a tener. 

Hoy creo que, por la estabilidad y diversificación que aportan los cultivos de invierno, se mantendría el esquema. Esta diversificación es sana para la agricultura, para no depender de un solo cultivo, pero también hay que tener en cuenta que si la urea se mantiene a estos precios y el trigo o la cebada no suben o incluso bajan, habrá que mirar de forma más detenida los sistemas.

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