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Iniciativas legislativas y de sostenibilidad en Estados Unidos, en China y en Europa están poniendo dificultades a productores cárnicos de todo el mundo. Ese fue el tema central de la Newsletter Expansión Alimentación y Distribución, de Expansion.com.
Las declaraciones del ministro español de Consumo, Alberto Garzón, en el periódico británico The Guardian, sobre los métodos de producción de carne, desataron de nuevo la polémica, después de que en julio pasado arremetiera contra el consumo de la proteína.
El secretario de Estado afirmó que hay “megagranjas” españolas que exportan “carne de mala calidad” procedente de “animales maltratados”.
Las reacciones en contra no se han hecho esperar desde diferentes ámbitos de la producción ganadera y las empresas procesadoras, así como desde la oposición política.
Los productores de carne se quejan de que el gobierno no solo no los defiende, sino que critica su calidad en medios de comunicación internacionales, lo que va en detrimento de la economía española, en lugar de modificar la legislación si desea que cambien los métodos de producción.
Pero los procesadores españoles de carne no son los únicos que se ven últimamente vilipendiados por sus propias autoridades, o por las de terceros países. Los argumentos señalan la sostenibilidad y la lucha contra los oligopolios, aunque entrañan también razones de proteccionismo.
En Estados Unidos, la Casa Blanca ha anunciado esta semana un conjunto de medidas que limitan el negocio de los grandes productores de carne. Por un lado, endurece los requisitos para la importación de carne, lo que perjudica a los grandes productores de su país y también a los extranjeros que la suministran.
Además, trata de aliviar la concentración del sector, ya que cuatro empresas copan el 85% de la producción de vacunos. Por ello, ofrece facilidades de crédito y subvenciones a los productores pequeños.
El mayor productor de carne vacuna del mundo, el brasileño JBS, también está viendo cómo se limitan sus opciones en Europa.
Recientemente, varias cadenas de supermercados como Sainsbury, Carrefour o Ahold Delhize, anunciaron que dejarán de vender varios productos cárnicos de origen brasileño después de que una investigación descubriera que contribuían a la destrucción de la selva amazónica.
En la COP26, un centenar de países se comprometieron a poner fin antes de 2030 a la producción de carne procedente de ganado criado en tierras donde se han talado selvas y sabanas, una de las principales fuentes de emisiones de CO2.
Por su parte, China prohibió la carne brasileña el año pasado por un brote de vacas locas, algo que preocupó al país sudamericano, ya que China es un gran consumidor, pero el alivio llegó en diciembre, cuando se levantó el veto.
Crece la alimentación vegana y proteína vegetal
La newsletter refleja también que en este contexto de dificultades para la producción cárnica está creciendo el negocio de generar proteínas de origen vegetal, en sus múltiples opciones.
Un informe de Bloomberg Intelligence ha puesto cifras al mercado de esos alimentos sustitutivos de la proteína animal y calcula que su valor superará los US$ 29.400 millones en 2020 a más de 162.000 millones en 2030, el 7,7% del total del mercado de proteínas.
También la alimentación animal se suma a la inquietud por la alimentación vegana. Los fabricantes de marcas como Pedigree, Whiskas o Purina están lanzando este tipo de productos.
Fuente: Expansion.com